ESTRÉS Y TRAUMA EN EL PERSONAL DE EMERGENCIAS
Se considera que un interviniente en emergencias está bajo estrés cuando ha de hacer frente a una serie de demandas difíciles de resolver con eficacia. Por ejemplo supongamos que avisan al parque de bomberos del incendio de un contenedor. Del parque sale una dotación con tres bomberos. Cuando llegan al lugar ven que junto al contenedor estaba aparcado un camión frigorífico que también está en llamas, y estas han afectado a una vivienda cercana. La situación desborda a los tres bomberos que no tienen recursos suficientes para solucionar el problema, inmediatamente comunican que necesitan más medios, pero mientras estos llegan, se encuentran desbordados. Estos tres bomberos viven una situación en la que se hace una exigencia excepcional al organismo, hay una falta de recursos para desempeñar la tarea y se encuentran con un nivel de activación importante. Vemos que para que un profesional se encuentre bajo situación de estrés ha de producirse un desequilibrio entre las demandas de la situación o del organismo, y los recursos del profesional. La cantidad de estrés irá en función de la falta de adecuación de estos dos factores mencionados. Todo esto es percibido por el profesional como hasta qué punto es capaz de manejarse en la situación con habilidad.
¿Cuales son las medidas más aconsejables para afrontar el estrés?
En primer lugar, establecer un perfil profesional, en el que además de los conocimientos y la técnica, incorpore unos rasgos de personalidad acordes con el rendimiento esperado, como por ejemplo la tolerancia a altos niveles de activación y capaciadad de autocontrol, entre otras.
También es aconsejable que a la hora de programar la formación, se incorporen materias en que se aborden la sintomatología derivada del estrés y cómo afrontar esas situaciones.
Existe un programa de entrenamiento llamado INOCULACIÓN DEL ESTRÉS (Donald Meichembaum). Este programa es muy útil para preparar a los profesionales a trabajar con niveles altos de estrés y activación, consta de tres pasos:
1º.- Formativa. Se explica la forma en que aparecen las emociones, incidiendo en la sintomatología, a fin de que se aprenda a discriminar lo que se siente.
2º.- Se enseñan estrategias de afrontamiento ante situaciones estresantes y de mucha activación, lo más común es enseñar algún método de relajación.
3º.- Práctica. Se simulan situaciones en las que realizar las tares propias de la profesión bajo niveles de presión. De aquí la importancia de realizar buenos ejercicios y simulacros en emergencias, tanto durante el periodo de formación, como durante la carrera profesional.
Cuando la activación aparece como fruto de pensar lo que puede llegar a pasar, sin que aún haya sucedido, hablamos de estado de ansiedad. La ansiedad es fruto de una anticipación a una amenaza real o imaginaria. Es muy parecida al miedo, solo que en el miedo la amenaza es real y hay algo que lo provoca. Por ejemplo, si al pensar que hay una serpiente venenosa en mi cama, mi organismo se activa como si fuese real, es ansiedad. Pero si en verdad hay una serpiente, entonces la activación es fruto del miedo. Dentro del miedo, se habla de fobia, cuando la reacción aparece ante estímulos que normalmente no suponen amenazas, por ejemplo un ascensor. Además la respuesta es mucho más exagerada, llegando a ser incontrolada, y va acompañada de una conducta de evitación, es decir que se hace cualquier cosa a fin de evitar estar en contacto con la cosa que produce el miedo.
Algunas veces, nuestro trabajo en situaciones estresantes puede llevarnos a una situación traumática, como por ejemplo:
– Cercanía de la muerte y visión de cadáveres.
– Muerte o heridas importantes de un compañero.
– Muerte de niños.
– Muerte de la víctima tras un rescate prolongado.
– Identificación personal con las víctimas y sus circustancias.
Existen pautas tanto para prevenir vernos en una situación traumática, como para actuar si resultamos afectados. Lo contaré en la siguiente entrada.
SITUACIONES TRAUMÁTICAS EN EMERGENCIAS
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