El Terremoto de Lorca.

«Ahora sí que se ha liado parda», eso fue lo primero que dijo mi compañero Diego tras el segundo terremoto. Ese 11 de Mayo me tocaba servicio,
salíamos de evaluar unas grietas que había dejado el primer terremoto en el centro de salud de San Diego, en pocos segundos ya deambulaban por allí los primeros lorquinos buscando alguien que les curase las heridas causadas por caída de objetos y cascotes. Yo miraba la nube de polvo intentando encontrar una explicación, «esto no es normal» llevaba una hora y media luchando contra un rumor, y el rumor se había cumplido.
Por la emisora del coche supimos que en la calle Galicia había fallecidos y que compañeros nuestros, Javi y Cristóbal les aplicaban maniobras de reanimación, también supimos queJuampe y Raúl, con ayuda de ciudadanos anónimos sacaban bajo los escombros a dos niños con vida. Fede y Jesús informaban que veían mucho polvo sobre el complejo deportivo Europa, a esa hora allí hay cientos de niños, de inmediato pensé en muchos heridos e incluso algún fallecido, cuando llegamos todos estaban en la calle, habían evacuado tras el primer terremoto. ¿Qué hubiese pasado con los niños que estaban en catequesis preparando las comuniones en las iglesias dañadas, o los que estaban en algunas academias de ingles o de danza, de no haber sido evacuados gracias al primer terremoto? Desde el polideportivo nos fuimos al centro de la ciudad. Me encontré la calle más importante de Lorca llena de escombros y cientos de personas buscando familiares o simplemente un lugar seguro.
En todo momento tenía la certeza de que seríamos capaces de hacer frente a todo aquello, me llegaban noticias del enorme trabajo que se realizaba en la evacuación de dos hospitales, los lorquinos seguían las instrucciones al pie de la letra, mostrando un comportamiento ejemplar. Pude ver con mis ojos que no estábamos solos, cuando me crucé con vehículos de emergencias de otros municipios me dio un vuelco el corazón. Venían meses de mucho trabajo y estábamos preparados para volver a la normalidad cuanto antes. Había que pasar esa primera noche como fuese, mañana será otro día.
No fui consciente de lo que había pasado en Lorca hasta cinco días después, cuando me puse delante de un ordenador y vi las portadas y los vídeos que publicaron los medios. De pronto me encontré con una viñeta del genial Forges, en la que una torre de personas colaboraba para mantener Lorca en pie, describía perfectamente lo que había estado viviendo y por fin pude llorar.
No te asustes, Prepárate.
Resiliencia
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