Psicología

Resiliencia

A lo largo de mi experiencia como psicólogo en el mundo de las emergencias, siempre meterremoto2 ha llamado la atención la tendencia de los profesionales a usar palabrejas para describir situaciones, que son totalmente normales, dadas las circunstancias por las que pasa una persona que ha de afrontar una situación de cambios, fruto de  un desastre.

Está claro que estas palabrejas pueden tener su utilidad en la comunicación entre profesionales para describir unos síntomas o una situación, pero hemos de ser conscientes de que si las usamos con las víctimas o sus familiares corremos el riesgo de dificultar la comunicación por problemas de comprensión, o mucho peor, ir poniendo etiquetas a las personas.

Recuerdo una vez una compañera en un tanatorio, hablando con los familiares de una madre que había perdido a su hijo en un accidente laboral, que les decía que había que dejarla “ventilar” (término que hace referencia a la expresión de emociones normales en una situación de duelo, como el llanto), acto seguido uno de los familiares se fue a abrir una ventana y una puerta para que corriera el aire.

Otra palabra que se usa muy a la ligera es “Disociado”, hace referencia a personas que ante una situación traumática se escapan de alguna manera de la realidad. Sobre esto hablare más detenidamente en otra ocasión.

Hay una palabra, que últimamente está muy de moda en el mundo de las emergencias de la que si me interesa hablar en esta ocasión: “Resiliencia”

La APA (American Psychological Association) define resiliencia como el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Hay una serie de factores que ayudan a las personas a adaptarse a esa adversidad, el más importante de ellos es tener un buen soporte social de cariño y apoyo, tanto dentro como fuera de la familia.

En el mundillo de las emergencias, la resiliencia no solo se ha aplicado para referirse a personas, también a ciudades. Se habla de ciudades Resilientes para definir aquellas que tienen la capacidad para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse de un desastre. La UNISDR (Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas) ha establecido diez pautas para aconsejar a los gobiernos locales sobre cómo conseguir ciudades resilientes.

Dichas pautas son:

1.-       Establecer mecanismos de organización y Coordinación.

2.-       Asignación de un presupuesto para la reducción del riesgo.

3.-       Recabar información sobre las amenazas y evaluar los riesgos.

4.-       Infraestructuras que reduzcan el riesgo.

5.-       Evaluar la seguridad de colegios, hospitales y centros de salud.

6.-       Aplicar reglamentos en la construcción y uso del suelo.

7.-       Establecimiento de programas educativos.

8.-       Proteger ecosistemas y zonas naturales.

9.-       Sistemas de alerta temprana y capacidades para la gestión de emergencias.

10.-     Respuestas tras el desastre que velen por las necesidades de los supervivientes.

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